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tus valores
INF IN M S R
Ciclo infantil
Ciclo inicial
En una vida ideal, en la que todas las personas fuésemos respetuosas, educadas, racionales y amables con los demás, la convivencia se desarrollaría siempre en armonía, paz y tranquilidad. Y cuando surgiesen problemas, sabríamos resolverlos con el diálogo, la comprensión, una mente abierta y sentido común. Claro que podría haber malentendidos, desavenencias y formas de pensar diferente, pero no hay conflicto ni diferencia que justifique llegar a la violencia. Ante la violencia, sí o sí, tolerancia cero. La agresividad y la violencia física es un comportamiento que viene de nuestros ancestros prehistóricos, cuando no había otras armas más allá de los puñetazos, la patadas, los tirones de pelos o garrotazos… Ni siquiera sabían hablar ni su inteligencia estaba muy desarrollada. Pero hoy en día… ¿merece la pena resolver algún problema a lo “cavernícola”? Claro que no. La violencia física está prohibida y castigada en nuestra sociedad, y no sólo no se debe utilizar, sino que además debemos vigilar que nadie la utilice: en casa, en la escuela, en los deportes, etc. En una situación de violencia física, actúa con rapidez y cautela. Avisa a tu entrenador, a tu profesor o a tus padres, pero no dejes nunca de intervenir, ya seas la víctima o un espectador. A veces hay niños que pegan, y suele decirse que son “muy movidos” o “nerviosos” o “no saben cómo expresarse”. Pero ni si eres activo ni si eres tímido hay excusa para insultar, dar patadas en el patio, puñetazos en el pasillo a escondidas o empujones en un partido. Detrás de cualquier tipo de violencia hay personas con problemas que deben ser tratadas lo antes posible para que nadie sufra sus consecuencias. Seguramente, quien pega, empuja, grita, araña o muerde no se siente orgulloso ni contento en su piel ni le gusta su vida, aunque parezcan “gigantes”. Pero entre todos podemos hacer mucho para solucionarlo.
El compromiso contra la violencia
Ciclo medio
Ciclo superior
Y otra cosa es reconocer, detectar y frenar a quienes ejercen la violencia psicológica. Ésta es más peligrosa aún, porque puede pasar inadvertida pero causa tanto dolor o más que las patadas. Hablamos de quienes se burlan de otros, insultan, hablan mal por detrás de los demás, inventan formas de fastidiar por deporte, ponen motes por el aspecto físico para sentirse superiores, sienten envidia de las notas que sacan los otros, etc. No hay que aceptar sus “verdades” y hay que pensar por encima de todo que cada uno es diferente y que lo bonito del mundo está en esas diferencias. Si no conectamos con alguien no pasa nada, porque tampoco tenemos que ser amigos de todos, pero eso no nos da permiso para hacer comentarios de desprecio o burlones. Sobre todo, recordad: respeto, respeto y más respeto. Cuando te sientas mal o veas a alguien sentirse mal, repítete esta frase: absolutamente nadie tiene derecho a maltratar. Todos somos iguales y queremos lo mismo: ser felices y ser bien tratados. La mejor norma de vida es no decir o hacer nada que no te gustaría que te dijeran o hicieran a ti. ¿Fácil, verdad? Y otra más: no dejar pasar las injusticias, porque estar callado es casi lo mismo que cometerlas tú. El respeto lo puedes exigir para ti y para los demás. Y si te dicen “no te metas” o “a ti no te importa” piensa: claro que me importa. No seas nunca inmune a la violencia. Si no puedes defenderte o defender tú a otros, busca el apoyo de los amigos, la familia, los profesores o algún adulto. La ventaja del que acosa es siempre hacerte creer que estás solo y no puedes hacer nada. Pero ése es sólo un espejismo: por supuesto que puedes. Tienes derecho y tienes razón. Eso siempre vence.
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