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PROGRAMA EN VALORES PARA INFANTIL Y PRIMARIA
CONTRIBUYENDO AL DESARROLLO
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Fabricamos compost.
Objetivo: los residuos no son “basura”, sino lo que queda de un producto que se creó con una función y que ahora ha terminado. Pero eso no significa que no tengan ya una utilidad. Al manipular y observar cómo los residuos orgánicos se transforman en nueva vida, que alimenta a otras plantas, los niños comprenden el ciclo de la vida y restituyen su valor a algo que antes quizás tuviera una connotación negativa. Ideas clave: reutilizar, aprovechar, residuos, materia orgánica, cultivar y naturaleza. Recursos: cubos grandes y bolsas tipo saco. Palas y rastrillos tipo jardinería. Desarrollo: crearemos una compostadora para crear abono o compost con el material orgánico. Es el resultado de que bacterias y hongos lo ataquen y destruyan, descomponiéndolo. Ahí se pueden depositar hojas, césped, hortalizas, paja, ramas podadas, serrín, cenizas, posos de café, bolsitas de infusiones, cáscaras de huevo, restos de verduras, frutas y hortalizas, periódicos en blanco y negro, yogures (sin el botecito, que va al contenedor amarillo), tapones de corcho, papel de cocina, aceite de ensaladas… Pero no se puede echar carne, pescado, huesos o demasiados vegetales podridos, porque huelen mal y fermentaría demasiado. Tampoco se puede echar el polvo de barrer ni excrementos, maderas, colas o barnices, que son tóxicos. Cuanto más trituradas estén las cosas, mejor. Además, necesitan humedad. Ésta es una actividad de largo recorrido, pues el compost puede tardar de tres a seis meses en estar listo. Así que si lo preparamos en el primer trimestre, recogeremos los frutos en la primavera. En casa: visitar en familia un centro de jardinería y hablar de los distintos tipos de abono para comentar lo que se ha hecho en casa. Podemos también crear nuestro propio depósito de compost en la terraza, balcón o patio. Más: en este vídeo podéis ver cómo se hace fácilmente una compostera casera: ver enlace.
Súbele la autoestima a tu envase: lo que tiene de bueno.
Objetivo: valorar todos los tipos de materiales por sus características beneficiosas para el consumo y el bienestar de las personas. No despreciar uno u otro material, porque todos tienen ventajas y se eligen precisamente por ellas. Ideas clave: utilidad, funcionalidad, materiales, características físicas (peso, volumen, rigidez, flexibilidad…) Recursos: envases de diferentes materiales traídos por los propios niños o procedentes de la cocina del centro u otros servicios (envases de materiales de oficina, etcétera). Desarrollo: por grupos, los niños recibirán un tipo de envase. En una mesa, los envases de metal (por ejemplo, de refresco o de conserva, aunque podrían ser para dos mesas diferentes por ser tan distintos). En otra, envases de cartón. En una tercera, briks. En una cuarta, botellas de PET (poliestireno expandido). En una quinta, envases de poliestireno expandido (barquetas de fruta, por ejemplo). Cada grupo hablará durante un rato de las características de ese material, tocándolo, observándolo, midiéndolo y comentando para qué se usa, intentando averiguar por qué. Luego escribirán un pequeño texto donde se le “hable” al envase para ponerlo contento, explicándole cuáles son sus mejores rasgos y ventajas por las que puede sentirse orgulloso de ayudar a las personas en su vida cotidiana. En casa: abriremos la nevera y los armarios para ver qué tipo de envases hay. Podemos hablar de por qué nos gusta un tipo u otro de envase cuando hay varios para elegir (botella o brik para la leche, brik, metal o tarro de cristal para una salsa…). Más: mirar con curiosidad catálogos de supermercados, descubrir la presencia de envases en muchos ámbitos de la vida (en el baño, en la oficina, en las chucherías…).
CURSO 2016-2017
Tutorías con sentido para todos los ciclos educativos
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